El trayecto de cruzar la frontera se
compone de diversos elementos, en primer lugar el coyote y la migra. Estos
personajes son los referentes que articulan en todo momento el relato. El
pollero representa la “esperanza”, como lo nombró uno de los interlocutores,
por ello es en quien se concentra la mayor parte de la acción del cruce. El
migrante se enfoca en el coyote o pollero al reconocer si era confiable o no,
si supo elegir los caminos y estrategias adecuados. Los atributos que el
migrante encuentra en la migra también son diversos, pero constantes, como los
puntos de la frontera en los que se enfrentó con ésta, en cómo la enfrentó, si
llevaban camionetas, motos, caballos o helicóptero o si lo detuvo o lo dejó
ahí.
Cruzar la frontera se compone del
espacio y del tiempo, del previo, del trayecto y del posterior. De cómo
contactó al coyote, si lo ayudó algún familiar. De si tuvo que cruzar por el
cerro, por el desierto o por agua y en cuantos días logró llegar hasta su lugar
de destino.
En sus narrativas influyen si partió
en camión, tren o avión, si cruzó a pie o en carro. De los obstáculos que tuvo
que superar y de la ayuda. La ayuda es lo más importante para el migrante.
Además de contar con un buen coyote y evadir a la migra: si tuvo que brincar un
alambre, correr, racionar la comida, el agua, resguardarse del frío, la lluvia,
la nieve o de animales ponzoñosos e incluso si en la oscuridad la luz de la
luna lo ayudó a sobrevivir. De si iba solo o con algún pariente, si tuvo que
ayudar a alguien más o si alguien lo ayudó, si lo abandonó el coyote, si se
escapó del coyote para sobrevivir o para no pagar, si la migra lo detuvo o si
lo dejó seguir y si algún gringo o gringa lo ayudó o le complicó la llegada a
su destino y de si alguien lo esperaba al llegar a EU. Todo ello acompañado de
la ayuda de Dios y de la suerte. Pero además del coyote, el migrante se guía de
su instinto y de su experiencia.
Una vez por Tijuana me agarró tres veces [la migra]. Fui una
vez por mis hermanos, me agarró tres veces. Y una vez me sacó hasta los del
helicóptero, el Army, no le queríamos salir de un ramerío que estábamos y nomás
le hacía así [imitando el sonido de la hélice], sentía que me pegaban las aspas
en la cabeza… pero ya habíamos caminado también toda la noche. Es más, esa
agarrada, por esa agarrada no he arreglado, porque esa vez que me sacó el
helicóptero, ese güey fue del Army, por esa pinche agarrada de ese puto
helicóptero. Es que sabes qué, se tiene uno que camuflar uno bien entre todos
los palos y esos miran desde arriba pues, tiene uno que taparse con hojas,
tiene uno que ser muy colmillo […] Es que ya saben pues, se van ubicando por
coordenadas, todo eso. Y me agarró la migra esa vez ahí y por esa vez también
no pude arreglar porque esa es en el año en que no tenía que haberme agarrado y
me agarraron.
Otra vez me agarraron en San Isidro, también el pinche migra
me brincó encima porque no me alcanzaba […] Me agarró el güey ahí por un alambre ‘onde iba a perder
segundos yo ahí en la subida, que me agarra y que me cai (sic) encima el hijo
de la chingada, se me salió el zapato esa vez. Y otra vez, no me alcanzaban los
migras ahí en San Diego, me acuerdo ahí por la playa […] Se nos apareció la
pinche migra ahí en San Diego, no me podían a garrar y como ya habían agarrado
a mi amigo, un migra andaba enojado el güey porque no me podía alcanzar y me
dijo “tú eres el conejo”, ¡pun! [poniendo un puño en su pecho] que me agarra
así, estábamos así parados “you are the rabbit” pues así que me dice “¿tú eres
el conejo verda?” que me hace así, ¡pun!, un pinche putazote aquí ira así en el
pecho que me aventó pa’tras, porque no me podía agarrar, son hijos de su puta
madre.
[hombre migrante, primera generación]
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