martes, 24 de julio de 2012

Cruzar la frontera: el coyote





De las últimas veces que pasé por el cerro, la última vez… me he aventado unas perreadas (sic) en el cerro que te quedas lloviendo, mojado, nevando y tú ahí como los pájaros, bien mojao (sic) y aquél frillazo (sic), en la noche y es una pinche perreada que se da uno… Pero la última vez que pasé por el cerro, pasé por Tecate. Esa vez que pasé por el cerro, pasé y venían dos niños, uno como de tres años, que traía una muchacha, venía como con su tía y cuando pasamos ‘taba haciendo mucho frío y luego venía el niño llorando y la migra ahí en cortito, tu sabes esas cosas que salen en las películas pues, que cállate, le tapa uno hasta el hocico al chiquillo pues, y luego venía un niño como de dos, tres años, pero ya no podía caminar porque caminamos toda la noche y yo le ayudaba a la muchacha pues, así entre todos, pero luego le venía yo ayudando más, luego agarraba a uno o al otro o nos lo turniabamos (sic), pero al niño de tres años, entre por el cerro pues, me lo subí aquí, en el gogote (sic), me lo subía en el gogote y llegó un tiempo en que se venía miando (sic) y yo lo tenía así en mi gogote y todo así bien moja’o, todo así pues, de que se venía miando por el frío que estaba haciendo, porque estaba haciendo un frillazo pero caminando no se siente, nomás te parabas tantito y el frío… y venía caminando así pues, caminamos toda la noche, como de las seis de la tarde a las seis de la mañana y en la mañana el coyote ya andaba perdido, no sabía dónde estaba, que no sabía ‘onde estaba el levantón, y te digo que yo me traje a un primo hermano, pero yo ya estaba pues corretea’o, como yo ya había pasa’o, ya yo le decía no te arrimes a la bolita, yo lo aprendí de los mismos coyotes. Cuando están dos coyotes uno está en la bola y uno se separa, y yo pus yo le decía a mi primo “no te arrimes con la bolita, tú sepárate, separado pero viéndolo, viéndolo, viéndolo, no lo pierdas nunca de vista” y lo mismo le decía “cuando yo corra tu corres, yo voy a correr cuando corra el coyote, cuando yo corra tú córrele” y a última hora, en la mañana que el coyote “¿qué pasó?” –“no pus ya no sé, hay que regresarnos que nos agarre la migra”, pero ya estábamos acá adentro, andábamos ya acá adentro, ya toda la noche y le digo “no pus ya estamos acá adentro”, pasamos hasta había ranchitos, había como una casita ahí, allá otro ranchito y así, muy esporádicos, y ya andábamos por los ranchitos, los perros nos ladraban y yo le dije “ira” dijo él “en el freeway 92 y el freyhood”, algo así, ahí es ‘onde iba a estar el levantón y le dije “ira, alguien que se salga de todos y que vaya a preguntar a los ranchitos”, estábamos escondidos entre los huizaches, ya estaba amaneciendo, “vaya a preguntar a los ranchitos ‘onde está ese freeway” y había un ranchito pero era como de americanos y ya le digo pus alguien vaya ahí y miramos así a lo retiradito y a última hora no sabían inglés nadie, yo tampoco pero ahí voy pues de… yo era el que sabía más inglés, te estoy hablando de hace como unos siete años, y ya que voy y que le digo a los americanos “hey, ando buscando esta dirección” y que me mandan a la chingada, me querían hasta echar los perros, me acuerdo que eran como tipo Minuteman, que no querían a los mexicanos y que me empiezan hasta a decir groserías, “ok, ok”, ya que me les quito de ahí, y que me voy y luego venía una vens [van] por la terracería y que la paro, una Aerostar, y que la paro y que baja así el vidrio… y era un migra el que venía ahí… con su uniforme y todo, era un migra joven y ya me dice “¿pa’ ‘onde vas?”, él como que acababa de salir de trabajar y venía como pa’ su casa y dijo “¿pa’ ‘onde vas?”, y le dije “voy pa’… pa’  Los Ángeles”, y dijo “¿tienes papeles?”, le dije “no, no tengo papeles, pero mi esposa y mis hijos, mi esposa es ya residente y mis hijos son nacidos aquí, yo ando de vacaciones”, y él ya dijo “¡Okay!”, pero ya le dije “andaba buscando el 92 y el Freyhood,  dijo “ese está pa’ allá, ya se lo pasaron” y ya nos habíamos pasado, el levantón es ondi (sic) llegas, te escondes y llega un carro y te subes y ‘ámonos. Ya habíamos pasado el levantón y ya le dije vámonos al levantón y ya nos escondemos y en la noche hablas por teléfono y eso, pa’ que nos levanten pues, y ya nos regresamos todos pa’tras pero cerquitas de la terracería, pero yo y mi primo con distancia y la bolita así pero nosotros nomás siguiéndolos, nomás le dije al coyote y él era el que iba con ellos y sí, que nos llega la migra, pero nosotros teníamos espacio, como de aquí casi al carrillo aquél, así los íbamos nomás tanteando, que les llega la migra ahí en la terracería, run que se baja en chinga y que los pone a todos ahí “hey, quietos, quietos, todos sentaos” y yo y mi primo los miramos de acá y como había como huizaches, hicimos así y pero corriendo, caminando así pues ajorobaos (sic) y corriendo entre la pinche huizachera pa perdérnoles, y sí que nos les perdemos y ya nomás miramos a lo lejos que los subieron y se los llevaron a todos y a mí y a mi primo no. Y que llego con una americana, que me la encuentro ahí afuera como de un ranchito, le digo “hey, vengo pues pasando, quiero ir para Phoenix, Arizona, llévame y te pago”, dijo “voy a trabajar”, le dije “llévame yo te pago más de lo que vas a ganar hoy en el día”, le dije “¿cuánto vas a ganar?”, me dijo “ no pues qué, unos casi 100 dólares”, le dije “yo te pago 500 dólares, llévame a Phoenix” le dije “te pago 600 dólares, llévame a Phoenix”, pero ya pa’ eso te estoy diciendo que ya cobraban la pasada como unos 1000 dólares, ‘taba hasta bien pa’ mí si me cobrara eso, y ya me dijo “’ira, voy a ir a trabajar y cuando venga yo te voy a llevar”, dije “okay” y ya. Había unas trailas (sic) viejas así ahí como abandonadas, como tipo Morohopper ya todas descarchaladas ahí, me dijo “corre, escóndete ahí, corre pues, espérame, como a las 5:00 yo regreso del trabajo y ya hablamos bien”, -“okay”, y ya que me quedo ahí con mi primo, que me voy, que nos dormimos, nos comimos las galletillas y eso que traía uno, ya le dije… porque hay que racionar todo el tiempo la comida, pues uno nunca sabe de eso… es una película… y luego ya como a las 5:00, ahí tanteaba uno en el sol qué horas eran, ya que me salgo, le dije a mi primo pos ‘orita vengo voy ir a ver, me voy al ranchito y ya que estaba ahí un vato, un gabacho, le dije “vengo a buscar a la muchacha, no me acuerdo su nombre”, me dijo “ella me habló de ti, yo te voy a llevar pa allá”, le dije “okay”, dice “orita vamos ir y te voy a esconder ahí cerquitas como del pueblo” y ya que vamos y que me esconde en una casa abandonada y que me agarran a pedradas unos gabachillos y que nos agarran a pedradas y que les digo “hey!, what’s up eh?” y que les digo “nosotros nomas andamos aquí, andamos de paso”, dijo “es que viene mucha gente y destruye aquí y la chingada”, eran unos morrillos como de unos 15, 18 años, que les digo “mejor cómprense unas cervezas”, que les doy como unos 10 dólares, dijo “okay, no hay pedo” le dije yo nomas estoy aquí, van a venir a recogernos ahorita, nosotros no venimos aquí a destruir la casa esa abandonada, -“okay” y ya que nos quedamos y llegó el gabacho y dijo “está bien caliente ‘orita la pasada, no podemos pasar, los voy a llevar a otra casa”, nos quería llevar a otra casa abandonada porque le dije aquí nos agarraron a pedradas, le dije “mejor métenos al pueblo”, estaba de ahí como a 15 minutos de ahí el pueblo, es como unas rancherías, casitas pues, bájanos ahí más bien a la ciudad, ahí se llama Sierra Vista, bájanos allá pa’ llevarnos a un hotel y ahí te esperamos, mañana vamos a pasar en la mañana, bájanos ahí y dijo, “pero ustedes no pueden estar ahí”, “que sí” le dije “tu llévame al hotel y yo agarro cuarto”, dijo “no, no pueden”, le dije “sí puedo, yo tengo tarjeta de crédito y todo”, dijo “oh, ¿tienes?” le dije “sí, nomás llévame ahí” y ya que me lleva y ya dijo “pus en la mañana vengo”, le dije “okay”, no me acuerdo si le dije “pero vienen, mira…”, no sé si 20 o 40 dólares le di, le dije “pa’ que eches gas y vengas por nosotros aquí” y esperamos porque él era nuestra esperanza pues. Y en la mañana le hablé y me daba pretextos y pretextos… y por fin y que “orita” y que “orita” y que “ya voy”… y no llegó. No me acuerdo si después me habló y me dijo no se pudo y no pudo o mañana en la mañana. Nos quedamos ahí, ya teníamos pagado el hotel. En la mañana le hablé y también puros pretextos y que bajo a la recepción del hotel y que le digo “hey, dame otro cuarto, me voy a cambiar y no quiero que des información de mí”, porque pues yo ya sé cómo está aquí la cosa y ya que me da otro cuarto que nos cambiamos a otro cuarto con mi primo y ahí ordenaba comida así por teléfono, comida china y todo ahí bien comiditos y no llegó y que me contacto con el coyote, con los que me conectar pues ahí, que me contacto, tenía su teléfono y que les hablo, le digo “hey, se los llevó la migra a los otros, nosotros estamos aquí, estoy yo ya acá adentro, aquí en el hotel en Sierra Vista y hasta le dije “yo me voy con ustedes pero denme una rebaja porque yo ya estoy acá adentro, ya a todos los demás los agarraron” dijo “okay, ‘orita”, y luego dijo “pero no vamos a poder ora”, le dije “no, pos yo ya tengo que entregar el cuarto porque no tengo dinero”, pero sí tenía dinero, y dijo “okay, ‘orita mando pagarles el cuarto pa’ que me esperen y mañana van a pasar por ustedes, ‘orita no va haber chanza de que los pasen pero ahí espérenme” y que manda pagar el cuarto y hasta comida nos dio y ya que nos quedamos ahí, y sí pasaron luego ya por nosotros, como a las 7:00 de la noche y nos llevaron otra vez al cerro, nos juntaron con unos que ya tenían como tres días en el cerro, les llevaba galletas y agua y hasta se peleaban por ellos porque andaban bien hambrientos, ya de tres días estando en el cerro y con frío y todo y ahí pues desesperados pa’ comerse las cosas, pero nosotros bien descansaditos, pos cobijaos, comiendo y todo, andabanos (sic) bien, y ‘taba como la migra ‘ta como en San Clemente, damos vuelta así que sales adelante a la migra, íbamos un montón y llevaron tres carros y el carro que nos tocó a nosotros era un carro chocao bien viejo, es en el que nos subimos yo y mi primo verda’, los otros eran seminuevos, los carros, y ahí tienes que la migra, ahí en esa hay como una U turn, así una vuelta en U, y ahí vienen, como van pa’ allá pero se dan la vuelta en la U turn y se regresan y se levanta la gente y se vienen, entonces ahí los subieron en ese carro choca’o, viejo y a los otros que se fueron en los otros carros que miramos que la migra que les echa las luces a los primeros y luego a los segundos y luego a nosotros. Al primero le echó la migra las luces y los sacó del camino pa’ levantarlos pues y luego que se nos pone un migra atrás de nosotros y levantaba las altas y las bajas, ya ves el espejo y lo echan así, echan las luces ahí se mira como pa’ atrás, pero el coyote lo levantó pa’ arriba, el espejo, ya sabía pues, levantó el espejo pa’ arriba y no podía mirar nada y venía manejando bien y a la velocidad y le echaba luces así, altas y bajas pero como pa’ mirar en los espejos, en el espejo ese en el retrovisor y a última hora siguió a su velocidad del lente pues que venía y se hizo así [imita ruido de la velocidad de la patrulla], que nos pasa, y al otro, al segundo… ya habían parado uno, al segundo carro que lo detienen, que lo orilla también ese migra que nos estaba echando luces a nosotros, que lo detienen y ahí vamos, y ahí vamos, porque de ahí es un pedazo pues pa’ llegar hasta acá hasta Tucson, Phoenix, Arizona, y a última hora ya que llegamos ahí a… ‘tovia de Tucson pa’ acá hay migra hasta Casas Grandes, como unas 40 millas, en ese pedazo hay migra, ya de Casas grandes pa’ acá ya no y ahí yo me acuerdo que el coyote decía “llegando a Casas Grandes ya de ahí pa’ allá no hay migra” y llegamos a Casas Grandes, llegamos ahí a Phoenix y ya estuvo. Ya en Phoenix nomás le decía al coyote “vamos al banco, te pago, pero me llevas al aeropuerto” y me llevó al aeropuerto en Phoenix, Arizona, y me llevó al aeropuerto y me metí al lugar donde rentaban carros y nomás así hablando inglés, uno como si nada pues, cambiadillo más o menos, hablando puro inglés y ya me rentaba un carro y salía con carro del año ahí y le daba pa’ Las Vegas, pus ya me sé el camino pues, ya he ido muchas veces, bueno, como unas cinco veces he pasado por ese, porque hay otra revisión acá en Blair se llama, eso es la frontera de Arizona y California, ahí se pone la migra en Blair. Ahí agarraron a mi hermano, fue con mi cuñada a un paseo, ahí hay un río, está la división de California y fueron a la marketa (sic) y ahí en la marketa que los atoran a todos ahí, que se los llevan pa Tijuana a los dos, por ir al paseo pa’ allá. Y yo pa’ no pasar por ahí, de Phoenix, Arizona, se va uno por el freeway 17, luego por el 41, se baja uno en una callecita, se llama la Carefree, ya me conozco pues ese camino, yo y el Toño [cuñado] lo recorrimos una vez que nos aventaron así, le dije nosotros nos vamos y nos cambiamos y que rentamos un pinche carro y le pegamos por allá y miramos, preguntamos y esto y sí llegamos, llegas allá a Las Vegas por el lado de atrás. Hay una presa termoeléctrica que se llama Downhoover, es una presa termoeléctrica, hasta en el mapa la mira uno, ahí ‘ta bien bonito, y llegamos ahí, pero ya desde que vienes pus ya no hay tanto problema, ya se viene uno… das más vuelta pues porque te vienes… de Arizona pasas a Nevada por el lado de atrás y ya bajas pa’ acá pa’ California, es más vuelta porque por aquí por el freeway 10 son como unas seis horas, por decir, cinco horas de aquí a Phoenix y por ahí haz de cuenta si tan solo a Las Vegas es el tiempo que te haces a Phoenix, o sea que es como más de doble vuelta por allá, como tres veces pues, pero es seguro más el chingadazo por allá, si ya la tiene uno abajo no puede uno arriesgar acá arriba, ahí no es seguro que pase uno, es mucha seguridad pero mejor seguro. Y ya te digo que nos venimos por allá con mi primo, ya nomás nos llevó un jotito (sic) allá al aeropuerto y andaba ya hasta desespera’o, ya cuando le digo, ya sabes como soy de bocón, “ya vete a chingar tu madre pinche puto, al cabo ya estamos aquí” porque ya estaba desespera’o. Ya que nos vamos al parqueadero, traía las llaves del carro, era un carro nuevo, que lo agarro y vámonos, hasta Los Ángeles. Pero sí le perrea uno, nos tardamos como una semana pa’ pasar, en todo el tiempo, que esto, que lo otro, que ‘pérate, que esto, que lo otro, que de aquí a allí y luego de allí a allá, y luego de allí de allá y acá, y suerte. Pero a todos atoraron, bueno primero a los que venían con nosotros, veníamos como quince, había otros dos muchachos que se separaron, que se fueron de ahí ellos, dijeron “vámonos”, y yo seguí con la bolita pero con distancia, pero en esa pasada ponle que agarraron a 30, antes de nosotros pues, fuimos de los suertudos. Pero ya cuando sabe uno, ya yo me sabía el camino, ya nomás allá a Phoenix, Arizona es más barato que pa’ acá pa’ Los Ángeles, entonces yo ya siempre decía pásenme a Phoenix o a Tucson también, aunque tenía que recorrer 40 millas. Una vez renté un carro aquí porque a mi hermano le dije “nomas que te traigan a Tucson y ahí yo voy por ti”, y sí, que me rento un carro aquí y que llego allá por mi hermano, que me voy hasta Tucson Arizona, nomás que venía con un greñero y todo y pa’ traer uno el carro debe venir uno así más o menos, eso es bien importante cuando viene uno aquí, no puedes venir mugroso, que te vean todo zarrapastroso, pues de desvela’o o así, si me entiendes, porque los migras están en la orilla del freeway, y aparte no es freeway es así como carreterita chiquita pues que te pueden ver, como aquí se ponga un placa y te ve cuando pasas, te ve el semblante y todo y hispano y qué anda haciendo por allá pues.

[Hombre migrante, primera generación]





Cruzar la frontera: la migra




El trayecto de cruzar la frontera se compone de diversos elementos, en primer lugar el coyote y la migra. Estos personajes son los referentes que articulan en todo momento el relato. El pollero representa la “esperanza”, como lo nombró uno de los interlocutores, por ello es en quien se concentra la mayor parte de la acción del cruce. El migrante se enfoca en el coyote o pollero al reconocer si era confiable o no, si supo elegir los caminos y estrategias adecuados. Los atributos que el migrante encuentra en la migra también son diversos, pero constantes, como los puntos de la frontera en los que se enfrentó con ésta, en cómo la enfrentó, si llevaban camionetas, motos, caballos o helicóptero o si lo detuvo o lo dejó ahí.

Cruzar la frontera se compone del espacio y del tiempo, del previo, del trayecto y del posterior. De cómo contactó al coyote, si lo ayudó algún familiar. De si tuvo que cruzar por el cerro, por el desierto o por agua y en cuantos días logró llegar hasta su lugar de destino.

En sus narrativas influyen si partió en camión, tren o avión, si cruzó a pie o en carro. De los obstáculos que tuvo que superar y de la ayuda. La ayuda es lo más importante para el migrante. Además de contar con un buen coyote y evadir a la migra: si tuvo que brincar un alambre, correr, racionar la comida, el agua, resguardarse del frío, la lluvia, la nieve o de animales ponzoñosos e incluso si en la oscuridad la luz de la luna lo ayudó a sobrevivir. De si iba solo o con algún pariente, si tuvo que ayudar a alguien más o si alguien lo ayudó, si lo abandonó el coyote, si se escapó del coyote para sobrevivir o para no pagar, si la migra lo detuvo o si lo dejó seguir y si algún gringo o gringa lo ayudó o le complicó la llegada a su destino y de si alguien lo esperaba al llegar a EU. Todo ello acompañado de la ayuda de Dios y de la suerte. Pero además del coyote, el migrante se guía de su instinto y de su experiencia.





Una vez por Tijuana me agarró tres veces [la migra]. Fui una vez por mis hermanos, me agarró tres veces. Y una vez me sacó hasta los del helicóptero, el Army, no le queríamos salir de un ramerío que estábamos y nomás le hacía así [imitando el sonido de la hélice], sentía que me pegaban las aspas en la cabeza… pero ya habíamos caminado también toda la noche. Es más, esa agarrada, por esa agarrada no he arreglado, porque esa vez que me sacó el helicóptero, ese güey fue del Army, por esa pinche agarrada de ese puto helicóptero. Es que sabes qué, se tiene uno que camuflar uno bien entre todos los palos y esos miran desde arriba pues, tiene uno que taparse con hojas, tiene uno que ser muy colmillo […] Es que ya saben pues, se van ubicando por coordenadas, todo eso. Y me agarró la migra esa vez ahí y por esa vez también no pude arreglar porque esa es en el año en que no tenía que haberme agarrado y me agarraron.

Otra vez me agarraron en San Isidro, también el pinche migra me brincó encima porque no me alcanzaba […] Me agarró el güey ahí por un alambre ‘onde iba a perder segundos yo ahí en la subida, que me agarra y que me cai (sic) encima el hijo de la chingada, se me salió el zapato esa vez. Y otra vez, no me alcanzaban los migras ahí en San Diego, me acuerdo ahí por la playa […] Se nos apareció la pinche migra ahí en San Diego, no me podían a garrar y como ya habían agarrado a mi amigo, un migra andaba enojado el güey porque no me podía alcanzar y me dijo “tú eres el conejo”, ¡pun! [poniendo un puño en su pecho] que me agarra así, estábamos así parados “you are the rabbit” pues así que me dice “¿tú eres el conejo verda?” que me hace así, ¡pun!, un pinche putazote aquí ira así en el pecho que me aventó pa’tras, porque no me podía agarrar, son hijos de su puta madre.

[hombre migrante, primera generación]


lunes, 16 de julio de 2012

Se me cayó mi ilusión que yo tenía del sueño americano




-Cuando recién llegaste aquí a Estados Unidos, ¿cómo te sentías?
Migrante 1 -Pues se siente uno pa’ la chingada, quiere uno llorar, en verdad, porque cuando llegas, ‘ira, no conoces aquí a nadie o conoces por decir así nomás a don Ramón [su suegro] y a sus hijos. Pero a mí que me gustaba la movilidad… y aquí a qué ¿a qué le tiro? No conozco a nadie, nada. 'Tonces, y saber que pos eso es lo que yo andaba buscando, pero no le encuentras pues el gusto, nomás que estás acá.

Migrante 2 -…cuando veníamos en el freeway, en el 5, pues yo buscaba las luces, los edificios… “oye, prima, y d’onta el gabacho”, “¿el gabacho?, primo, este es el gabacho, ¡ya la hicistes!” (sic), “no manches prima ¿éste es el gabacho?”, “sí, güey, este es el gabacho, ‘orita vamos a pasar por Disneylandia” y… “no manches, ¿esto es Disneylandia?” ya bien ñero ¿no?, ya sabes, ya se me había olvidado el susto, pero ya después empecé a reaccionar y dije “¿arriesgué mi vida por esta madre?, ¿por ese sueño de aquellos, de mis amigos que me decían que el gabacho?” si todo esto lo tengo en el DF, las luces, Reino Aventura, lo que ahora conocemos nosotros allá en el DF como Six Flags, yo decía “¿qué hay de gabacho aquí?”. Y me dice mi prima, “no, espérate, más para allá, donde vas a ver cómo vivimos”… Yo la verdad estaba a ciegas porque yo me imaginaba las casas diferente y yo le decía “prima, ¿ya vamos a llegar?”, “ya, ya mero, mira estas son las carreteras, se llaman freeways”, “no manches, están más chidas allá que aquí, o sea se me cayó mi ilusión que yo tenía del sueño americano, se me cayó hasta el suelo, o sea lo que van y te dicen, eso es mentira y la verdad yo siempre lo he dicho, no es que me enorgullezca de mi país o del DF, de donde soy, pero la verdad el DF no le pide nada a California, nada le pide…

Mujer migrante 1 -Era re feo, más porque llegamos a Michoacán y pues ahí en Michoacán puedes andar libre, para todos lados, puedes salir a donde tú quieras y cuando llegamos aquí pues sólo estábamos encerradas y no podíamos salir a ningún lado y si queríamos ir hasta a la tienda teníamos que ir en carro o alguien tenía que acompañarnos y así era todos los días y no me gustaba estar aquí, ya hasta después sí…Ya ahora que tengo a mis hijos, que ya puedo andar donde yo quiera y puedo hacer lo que yo quiera, ya me gusta estar aquí, más que en México.

Mujer migrante 2 -Pues no me dolió venirme de Michoacán para acá, yo me sentía muy contenta. Como esa misma semana fue mi mamá y nos registró en la escuela, aquí en la Highschool a Elvira [hermana mayor que ella] y a mí y a Raúl [hermano menor] en la Junior High, a la secundaria, y pues yo estaba emocionada ¿no?, un lugar nuevo, estaba sorprendida que nos daban de comer en la escuela, porque allá en México ¿qué te dan de comer? [risa] Yo decía “wow, te dan de comer aquí” y libros y todo te daban aquí y allá en México tienes que comprar todo. Y pues yo estaba muy contenta aprendiendo inglés… Lo que sí me dolió fue irme a Michoacán del DF, yo me acuerdo que íbamos todos llorando en el camión, de que nos íbamos y dejábamos a la familia, a los amigos, yo dije pues tal vez después regresamos, pero pues no, ya cuándo. Pero ya para estar acá pues ya fue diferente, porque ya… o sea no necesitábamos nada, aunque vivíamos ahí todos apretados y dormíamos todos juntos como sardinas, pero pues estábamos contentos porque sabíamos que estábamos con mi papá. Y sí pues gracias a Dios pues no nos faltó nada, estuvimos mucho mejor que en Santa Clara y pues ya estábamos en la escuela y mi papá trabajaba ahí en el edificio y pues yo en la escuela, me dediqué a estar en la escuela, estudiar, estudiar y hasta que se apareció mi marido, pero pues sí esa era mi meta, estudiar.

[Hombres y mujeres migrantes de primera generación y generación 1.25 -última]

Cuando íbamos llegando a San Clemente nos revisaron






Venía mi mamá y bueno toda la familia y cuando llegamos ahí a Tijuana mi papá nos dijo que teníamos que esperar ahí en la terminal por la gente que nos iba a pasar y llegó un muchacho que conocía a otros que pasaban sólo a San Isidro. Y nos dijeron a todos que teníamos que brincar sólo una barda de alambre y ya ahí estaba un restaurante y nos teníamos que meter y ahí nos recogían en carro y ya de ahí nos trajeron hasta acá a Los Ángeles, esa fue la más facilita, pasamos luego luego en esa noche.
La segunda vez que me pasé caminamos toda la santa noche en el cerro y de ahí llegamos a San Isidro también. Mi papá y Toño [su hermano] nos estaban esperando en el carro y nos trataron de pasar ellos en el carro, pero cuando íbamos llegando a San Clemente nos revisaron y vieron que no traíamos papeles y nos regresaron otra vez. Y luego mi papá nos comunicó con unos de aquí que son de El Platanal [del pueblo de origen de su padre], pero que ellos pasaban gente y llegaron por nosotros. Otra vez, nos trajeron toda la santa noche caminando y nos esperamos como dos días en una casa que había como unas… ¿qué serán? Como unas 50 personas ahí y todas dormimos así una tras de otra, tras de otra. Y ya en la mañana a mí me pasaron, venían dos señoras enfrente y a mí me pasaron así como abajo, donde ponen los pies, ahí me pusieron a mí, una cobija arriba y la señora que iba enfrente pues iba bien tapada así con muchas cobijas para que no se viera abajo y a mi mamá la metieron… abrieron como una cajuelita que traían abajo en la camioneta y la metieron ahí y ya hasta que llegamos aquí.

[mujer migrante, primera generación]


viernes, 22 de junio de 2012

Todos nos brincamos el alambrado




En 1989, tenía 17 años, un 19 de abril de 1989, pisamos tierra americana. Después de un largo y cansado viaje por carretera en autobús de Guadalajara a Tijuana, creo que fueron como dos días. Y llegamos a Tijuana, ya de ahí llegó mi papá, con dos carros, iban dos diferentes señores con los carros y llegó él, iba la esposa del otro señor, no me acuerdo ni cómo se llamaban y llegaron por nosotros y nos dejaron con un coyote que nos iba a cruzar, el brinco, decían, y tardamos tal vez como hora y media, dos horas cruzando. Recuerdo que nos brincaron un alambre. Venía mi mamá, mis hermanos, una prima y yo. Veníamos seis con el mismo coyote. Sólo nos traía a nosotros seis y creo que mi papá le había pagado el brinco y de este lado ya nos iban a esperar los señores que iban por nosotros en carros. Y brincamos un alambrado alto y entre Toño, Raúl [sus hermanos] y nosotros ayudamos a mi mamá y me acuerdo que la aventamos de las pompas pa’l otro lado y cayó del otro lado [risa] y se paró y ¡vámonos! Todos nos brincamos el alambrado, estaba roto, tenía un ahujero (sic) y por ahí nos brincamos todos y empezamos a caminar, siguiendo al señor, caminamos, caminamos, estaba noche, estaba oscuro, había un… como una carretera de un carril de ida y uno de venida y iban muy rápido, yo creo que era un freeway, no sé si era la entrada al freeway y nos lo pasamos corriendo porque venían carros. Y ya cuando estábamos del otro lado vimos un tren, entonces nos fuimos caminando así por la orillita del tren para que no nos vieran. Me acuerdo a lo lejos haber visto el cruce peatonal que hay ahí en la línea, se veía un montón de gente cruzando, se veía mucha luz, pero nosotros íbamos caminando pegaditos al tren, pegaditos, pegaditos, después nos pasamos debajo del tren, seguimos caminando un buen pedazo y después nos metió el señor a un McDonald’s y nos dijo “límpiense los pies, los zapatos, la cara” y este, como que nada pasó y el señor compró comida y nos dejó ahí sentados, ya después llegó mi papá con los dos carros ahí al estacionamiento del McDonald’s y ya ahí en el McDonald’s nos subimos. No recuerdo cómo nos dividieron en los carros, pero iba un carro, después dejaron pasar varios carros y después iba el otro carro y ya nos venimos para acá. Y venían con miedo de que todavía había otra revisión, la de San Clemente, pero como que iba otra persona más porque les iba echando aguas de que si estaban revisando o no y me acuerdo que dijeron que no estaban revisando y pasamos. Y así, hasta llegar a Los Ángeles, ahí en el edificio…

[Mujer migrante, generación 1.25]


jueves, 14 de junio de 2012

Nos llaman los pollos




...Y en Tijuana bajé a Tecate, entré por Tecate y en Tecate, íbamos como ocho personas, que les llaman los pollos ¿no?, nos llaman los pollos, y recuerdo que íbamos en un autobús hacia Tecate y nos dice el coyote “a mí no me conocen, ‘onde yo me baje ustedes más adelantito se bajan, a mí no me metan en sus broncas, no’más síganme”… me bajé en Tecate, caminamos como cuatro horas, nos bajamos y caminamos como cuatro horas en la terracería para las montañas y fue muy pesado esas cuatro horas porque yo dije bueno no creo aguantar tantas horas y todavía lo que falta, pero era el más cansado de todos yo, porque los otros eran este… pues no sé si estaban acostumbrados a caminar o los trabajos pesados, pero yo nunca estuve acostumbrado a los trabajos pesados y eso me cansó mucho. Y me vieron bien cansado y me decían “hey, pinche chilango, camínale, ¿ya te cansastes?”… pero el miedo de no regresarme esas cuatro horas y la ilusión de poder brincar a los Estados Unidos ¿no?, al gabacho, al sueño americano, eso me ayudaba a seguir adelante, a no caerme y pus la necesidad de mandarle a mi madre y mis hermanos, porque dependían de mí… Estuvimos… no pudimos cruzar, no pudimos cruzar esa noche, fue un lunes y nos quedamos ahí a dormir en las montañas, esperando que hicieran el cambio de migración a las 12:00 de la noche para ver si podíamos cruzar, pero como los desgraciados tienen un helicóptero, cada 20 minutos pasa por la frontera con una lucesota y no tienes que mirar hacia arriba porque los ojos te brillan y ahí saben que ahí están los pollos, los ilegales. Entonces ellos avisan aquí hay tantos y no cambian de guardia hasta que esos güeyes no se vayan, entonces duré una semana, una semana en las montañas y no cruzamos, no se menearon, hacían el cambio, pero lo hacían ahí mismo. De ocho pollos se fueron dos, porque ellos pensaban que ese coyote no servía, “no, tú no sirves, tú no sabes, otros ya nos hubieran cruzado”, y pus yo sin dinero me tenía que esperar ahí con ellos. Entonces, se le prende el foco al coyote y nos dice “hey, vámonos a la otra montaña, y en esa montaña nos vamos a quitar los zapatos y nos vamos a bajar los pantalones para que no queden las huellas de los dedos o de los tenis”, con el pantalón se quedaba más o menos la tierra al nivel, porque los de migración, cuando pisas quedan las huellas, y cuentan cuántos zapatos son y ya saben cuántas personas van, entonces cuando te bajas los pantalones el pantalón no te deja marcar bien los dedos del pie, ahí fue cuando pudimos cruzar, como a las dos de la mañana cruzamos. De ahí fue cuando comenzó lo más duro, caminamos de las dos de la mañana, llevábamos una semana ahí en las montañas, hasta el último se le ocurre a este güey subirnos a la otra montaña y cruzarnos así, pero pues ya te imaginarás, toda la semana… yo traía cuatro botellas de dos litros de coca-cola, cuatro en un morral y traía atún, traía bastantes latas de atún, pero como estuvimos esa semana pues casi nos las acabamos y a mí me quedó una, una lata y cuatro botellas, de esas cuatro botellas te dicen los coyotes “no tomes tanta agua porque después te va a hacer falta”, entonces te la tomas de a traguito, pero pues uno se confía porque dices “llevo cuatro botellas de dos litros”, dices “no, sí la hago”, pues empezamos a caminar, cruzamos, les ganamos a migración, caminamos, a las dos de la mañana cruzamos, les ganamos a las dos de la mañana. A las siete de la mañana ‘uta yo estaba cansadísimo, me ardían las piernas y apenas llevaba un día y conforme vas caminando pues el morral, con el cansancio, te pesan, las piernas te arden, los dedos se te empiezan a abrir de que estás camine, de que vas bajando, de que el pollo de enfrente va jalando las ramas y cuando él camina las ramas se regresan, entonces tienes que ir así, del otro güey que va enfrente, no te golpee con las ramas, con el miedo de que te vaya a salir una víbora y te pique y hasta ahí llegaste. El chiste es que llevábamos tres días caminando, yo me deshice de dos botellas de dos litros de coca-cola y me quedaron dos, las tiré porque ya no aguantaba el peso, yo decía “con este peso no voy a poder, no voy a poder, ya me están doliendo las piernas”, las tiré y seguimos caminando. Ves mucha ropa de hombres, ves cruces, ves mucha ropa interior de mujer, que dices chale, ves un chingo de ropa de mujer y les preguntas “hey, qué onda con esa ropa”, “no güey pus aquí se echaron a una muchacha güey o a una señora, mira hasta la ropa interior le quitaron” o sea dices chale, te llenas bastante de miedo por muchas cosas, porque no te vayan a asaltar en el cerro… Bueno pues ya casi iban a ser dos semanas y cuando iban a ser dos semanas llegamos a un punto donde nos salió migración y nos dicen que nos detengamos y todos corren, todos corrieron para su lugar, o sea para esconderse, entonces nos metemos en unos arbustos como con espinas, como unas ramas filosas y ahí ya no pudieron correr ellos, entonces nos reunimos “¿qué onda, a quién agarraron?” “no pus no sé, falta el otro guatemalteco y el salvadoreño… no pus aquí estamos todos”… en eso, estábamos esperando al coyote “híjole, ¿agarraron al coyote?, no pus no creo”, lo esperamos como seis horas ahí y pus yo ya nomás traía dos botellas pero una la traía ya a la mitad… dice uno, pues yo más o menos sé, vamos a seguirnos por acá, pues le hicimos caso y el coyote después de seis horas no llegó, caminamos, con mucha sed, cansancio, los dedos ya con grietas de sangre de caminar ya casi dos semanas, mal comido, con poquita agua porque pues te da miedo que te vayas a deshidratar, te da miedo que te vayas a quedar sin agua y luego qué haces… caminamos y yo presentía que el que nos estaba guiando estaba dando vueltas en círculo y como fui el que me atreví a decirle “hey, sabes qué, tú no sabes ni dónde estamos”, entonces empezó a ponerse agresivo y dijo “bueno, sabes qué chilango, tú no me sigas y el que me quiera seguir que me siga y el que no que cada quien agarre por su lado”… otro muchacho le dijo “no, yo sí te sigo, se ve que tú si sabes” y se fueron, se fueron dos y los otros dos muchachos “bueno, pues nosotros le vamos a dar por allá”, pero mi orgullo no me dejó decirles “sabes qué, yo tengo miedo, estoy solo y deja me voy con ustedes”… te estoy hablando de que los primeros que se fueron ya llevaban como una hora y media, dos horas de que se habían ido y me quedé sentado como a la una de la tarde y ese miedo, el orgullo que tenía no me dejó decirles “me voy con ustedes, no sean así”, les dije “sí, váyanse, se van a peder”, se fueron y como a la media hora me arrepentí porque me quedé solo en el cerro. Los empecé a buscar, les empecé a gritar y… nadie, nadie… si me escucharon no quisieron regresar por mí. Llegué a un momento en el que empiezas a regresar toda tu vida y dices chale, para qué me vine, para qué si allá estaba bien con mi mamá, por lo menos frijoles teníamos y aquí no sé si voy a sobrevivir, tengo un chingo de miedo, yo no sé andar en el campo, uno es de ciudad, uno nunca ha visto una pinche tarántula ahí cercas, una serpiente… con mucho miedo y empecé a gritar de desesperación “auxilio”, empecé a correr, disque yo a regresarme para ver si me encontraba migración, yo lo que quería es que me agarrara migración y cuál, no, ni la migración ni me escuchaban cuando yo decía auxilio, nadie, llorando...




jueves, 7 de junio de 2012

No cualquiera le entra


Nosotros trabajamos en lo que es el rufin’ [roofing], en lo que es en los techos de arriba, que si te caes, en lugar de llegar y pelarte un ojo así de ver, ya ves que te andan alusando que pa' si estas muerto o algo, lo primero que llegan y te sacan sangre, o sea que a ellos les interesa presentar precisamente, sacarte la sangre, es lo primerito, para ya llevar la prueba para ver si no andabas drogado, si no andabas pedo, cualquier cosa o ese jale, pa' a la hora de que ya n'omás te tienen ahí sentado y ya no te dan nada.
Aquí uno va y trabaja doble turno y n'ombre se anda uno volviendo loco, hijo de la chingada, de tanto estrés, si con un sólo trabajo no se la anda uno acabando y mas así de cómo trabajamos nosotros, a mí que no me salga un cabrón con que me quedaron ganas de volver a hacer otra cosa después de ocho horas de trabajo que hacemos nosotros, es demasiado, demasiado pesa'o. 
El trabajo de nosotros es como tipo, pinche field [campo] realmente no es ni tan pesado, lo que hay, que en el campo lo que hace sentir pesado es de que te pagan bien poquito y es un madrizal el que vas a llevar y no te van a pagar realmente lo justo. ¿Te imaginas?, que te andan pagando 8 o 9 dólares la hora, tú te puedes imaginar que una persona que trabajamos aquí que te van a pagar 10 dólares la hora y en esa pinche madriza de ese solazo y luego en la tierra es más calor que andar aquí en el concreto, mucha gente dice lo contrario, pero ya hemos vivido diferentes climas. Nosotros a comernos una carne asada vamos al desierto allá de Las Vegas, allá arriba a Lamont, a Bakersfield, a Fresno y andamos en el suelo y se siente así bien prendidísimo el calor de que no lo aguanta uno y yo todos los días ando arriba del techo. No, olvidate de cómo esta de duro. En el trabajo de nosotros cualquier gente que quiera trabajar así con uno de otro trabajo es muy difícil pa' que aguante de como es de pesado y no cualquiera le entra, o sea que cualquiera que llega ahí le va de la chingada.
Todos los que trabajan en el rufin' tienen que usar cocaína, todos son cocaínos. En Las Vegas, muchísima gente tiene que ingerir de todo para poder aguantar y la cosa por eso es lo que le digo que cuando caen de un desmayo o lo que sea se le arriman a uno y por ese motivo es por lo que saben que para poder aguantar la temperatura uno se chinga un toque, otro anda con coca, con muchas cosas...

miércoles, 30 de mayo de 2012

Llega un tiempo que ya quiere uno volar





Pasa de todo…

-¿Cuantas veces te pasaste?

Como unas ocho veces

-¿Desde los cuántos años?

Como desde los 20

-La primera vez ¿por qué te veniste?

Necesitamos enfocarnos en algo me vine la verdad por mi amor [risas]...

Pos ¿por qué se viene uno? Porque quiere uno volar ¿no?, llega un tiempo que ya quiere uno volar ya no quiere uno estar pos asi que nadie le diga nada, pero eso cuesta.

-¿Qué cuesta?

Cuesta aguantarse de muchas cosas, abstenerse de muchas cosas, privarse de muchas cosas, aunque en realidad lo que vale es como la libertad que tiene uno, pero son muchas cosas que tiene uno qué hacer, cocinarse, lavarse, de todo.

-¿Qué pasó la primera vez que te pasaste, por dónde pasaste?

Por Tijuana

-¿Y el coyote?

¿Quieres que te cuente mi primera pasada? Mi primera pasada… me pasó un coyote que me impacientó porque estábamos ahí en el departamento como unos tres 4 días y no nos pasaba pa acá y decía yo “a qué hora nos vamos ir y a qué hora nos vamos ir” y “mañana, alrato, en la noche” y le dije que qué pasó y dijo "ohh", así me tenía como tres días y que me le escapo, que me le brinco de un segundo piso hasta abajo, me le brinqué por la ventana del baño, que aviento mi chamarra pa abajo pero estaba alto, has de cuenta como allí mira, fíjate como es uno de atrevido, has mirao allá 'onde pongo la troca roja, hay garaje, y luego arriba por decir hay ventanitas, pero por el baño esta más arriba, porque ella estaba acá en la sala y no me le podía mover por ahí por la sala y que me voy al baño pero yo me traje mi mochila dije al cabo yo ya ni voy a venir pa acá pa México pues, que me traigo una mochila con muchas cosas, pa pasar tienes que venir prácticamente sin cosas, nomas tu chamarra o así depende el tiempo y yo dije no y traía todas mis cositas, mis recuerdos de México y todo, pinche mochilón, grandota, y que la aviento de allá, de ahí del ese hasta abajo y que me descuelgo y pun hasta amortiguar hasta abajo pues así, pero estaba alto, estaba altito pero pus tenia 20 años.


Y ya que me le escapo al coyote y que me voy y que le digo a otro, uno esta pues bien así, y que le digo a otro quiero ir pa Los Ángeles, a otro que me encontré ahí que me abordó, quiero ir pa Los Ángeles, porque ya iba yo pa afuera. Y le pasaron el cuarto a uno que tenia unos lentecillos chiquillos de esos como de John Lennon, de esos, y ahí le pasaban los de la migra y todo, pero ya aca adentro y ahí que me llega platicando, yo llegué a comer a un restaurant y me dijo uno no pos yo te consigo aquí en la linea un permiso, pero yo como no sabia, pues era primera vez que venía, le digo “cuánto cobra los permisos esos” me dijo “40 dólares los permisos”, pero yo no sabía como estaba pues el pedo, tons yo luego luego apenas acababa de comer, dos días, dos tres días que estaba ahí encerrao, y me dijo “dame 40 dolares y voy y te saco un permiso” y él traía una maletita con un pantalón, una camisa, me dijo ira aquí te dejo mi camisa pa que veas que voy a regresar, le dije pos uste es mi esperanza pero yo lo que quería era salirme pa afuera pa México y agarrar otro coyote y venirme con otro coyote que sí me llevar pa allá, pero ya estaba yo acá adentro y me fui y me dijo, espérame ahorita vengo en unos 20 minutos, y ahí lo esperé y estaba un señor que andaba ahí con él, dijo “no, el ahorita viene, ahorita te trae tu permiso, te van a traer tu permiso pa que pases acá San Clemente pa arriba pues, pal norte, pa Los Ángeles” y lo esperé y nunca llegó y el otro dijo “no, ahorita llega, yo voy a hacer un mandadito pero orita llega” y ya todavía le dije “uste lo va a mirar” –“si orita yo alratito lo voy a mirar” y ya me regresé, le dije al otro señor “no pus yo no quiero trai dos maletas, tenga al cabo uste se la da a él” –“si yo se la doy, orita lo voy a mirar”, dije ok, pa no traer dos maletas, yo aquí lo espero 'orita que venga con mi permiso y nunca llegó.

Y me encontré una vieja, que por cierto estaba bien güena, y me dijo… le empecé a contar la historia y me dijo “no pus ya te robaron”, pero… o no me acuerdo si fue una señora, me dijo yo tengo una prima, tia que te pasa y que me lleva con una muchacha bien guapetona, va pues, me dijo “pero no vas a poder llevar esa maleta”, le dije “no, pero son mis cosas” –“no no puedes llevar esa maleta, esa maleta te la van a llevar mis familiares, si ellos te la llevan ellos te van a ver allá en Los Ángeles, nomas cámbiate así” pus traía yo toda mi ropa de México y que me cambio la mejorcita que traía y que nos venimos en el bas [bus] y revisaban en San Clemente el bas, pero no estaban puestos, cuando pasamos, se sube la migra y nomas mira a la gente y yo con ella veníamos así como pareja y no, no se metió a la revisión ni nada, orita ya sé onde‘sta la revisión, ya se on'ta todo pues, pero no, 

Y se vino y llegamos acá a Santa Ana, a Los Ángeles y ya nomás que va a cobrar el dinero, que ahí Chelís [su actual cuñado] pues, que llega por mí, pero yo traía dinero, ya nomás le pagué allí, ya fue Chelís por mi, ya cuando vi a Chelís allá en el Downtown en Los Ángeles ya le dije a la muchacha “pos aquí traigo dinero”, ya que lo saco del zapato, pos los traía escondidos, ya que le pago lo del coyote y ya, ya estaba aquí en Los Estados Unidos. Pero me robaron, viste, 40 dólares y pos no sabía nada. Esa fue la primera vez que pasé.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Border/Frontera: Cambio continuo




En esta época es notable la cantidad y ritmo acelerado de composiciones musicales sobre el ilegal, el mojado o espalda mojada, el ausente, el alambrado, el desterrado, el viajero, el paisano, el clandestino, el frijolero, el campesino, el deportado o el residente. Así como de la estación de trenes, del tren, de los rieles, del vagón, de la central camionera, del pasaje, del camión, del rancho, del pueblo, del terruño, de la sierra, de la finca de adobe o de las casas de madera. Y de tal forma, de la frontera, del norte, del paso, del puente, del Río Bravo, de la zanja, de la línea, del cerro y del desierto. Y luego viene la muralla, el muro, el gringo, el pollero o el coyote, la migra y las redadas. Al indocumentado lo acompañan los meses, la lejanía, la nostalgia, el recuerdo, el lamento, la tristeza, el llanto, la despedida, las cartas y siempre sus sueños. A veces termina en la jaula y otras en la tumba, aunque otras veces regresa a su tierra.
Es esta sección un espacio para la voz de los y las migrantes latinos en Estados Unidos. Se construye a partir de las experiencias compartidas, donde una servidora hace de intermediaria como observadora y presentadora, desde la frontera México-Estados Unidos. Desde Tijuana o Los Ángeles, estas letras de las experiencias, corridos y canciones atraviesan las fronteras para llegar a todos. 
Para todos todo
Por: Morgue Clandestina

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Tesis de Licenciatura en Historia de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH): Desde el México de afuera. El migrante mexicano a través de la trova popular (1942-2008) by Cecilia Alcántara Ceja (2010) is licensed under a Creative Commons Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 México License.